La invención de la primera cámara de 35 mm útil introduce algo completamente nuevo en el mundo de la fotografía, hasta entonces puramente estático y escenificado: El momento real. Desde entonces, cada Leica es sinónimo de un viaje inmediato al aquí y ahora de su tiempo.
En 1911, un ingeniero mecánico con gran ingenio comenzó a trabajar en Leitz. Aficionado a la fotografía y asmático, le molestaban las cámaras voluminosas y las imágenes estáticas propias de la técnica de placas. Más tarde, se convirtió en jefe de desarrollo de tecnología cinematográfica y metrología, dedicándose a la producción de películas cinematográficas. Toda su experiencia culminó de forma repentina en una idea que cambiaría la fotografía para siempre: adaptó la película de 35 mm, originalmente diseñada para cine y de orientación vertical, al formato horizontal. Así nació el formato 24x36, clave para el desarrollo de la Ur-Leica y, en consecuencia, para el auge de la fotografía espontánea y móvil.
Además, la película presentaba otra ventaja decisiva: era fácil de cargar y permitía una exposición uniforme, por lo que esta innovadora cámara podía ser utilizada sin necesidad de conocimientos técnicos previos. Así, la prueba más importante se llevó a cabo sin la presencia de Barnack, a varios kilómetros de Wetzlar.
Ernst Leitz II se lleva uno de los prototipos a un viaje de negocios en barco a Nueva York. Es un riesgo para todo el proyecto, ya que será él quien más tarde decidirá el destino de la Leica, abreviatura de Leitz Camera. Y Leitz no es precisamente un fotógrafo. Lo que nadie sospecha en Wetzlar es que, Durante el viaje, ya está creando un fascinante álbum con imágenes únicas de diversos lugares y tipos, incluso de la fotografía urbana tal y como la conocemos hoy en día. Este viaje, esta experiencia personal e intensa con la pequeña y confiable cámara, fue probablemente el origen emocional de su decisión posterior.
Yo decido aquí y ahora que asumimos el riesgo.– Ernst Leitz II, 1924